domingo, 27 de septiembre de 2009

el caso ARBA

Ok. Reconozco que la situación podría ser peor, podría faltarme un brazo, una pierna, ser ciega o vivir en la calle (por nombrar sólo algunas cosas realmente graves).
Pero convengamos que hace casi 2 años que no pego una.
Menos mal que no soy creyente (de nada), porque si no, estaría sospechando que tengo algún hechizo, porque la verdad es que hay cosas increíbles.
Un tiempo antes de rendir mi última materia (más adelante contaré en que tristes circunstancias), recibo un mail, convocándome a rendir una examen para entrar como fiscalizadora a ARBA.
El examen era 2 días después de mi final. Maldita sea. No voy a poder estudiar. A estas alturas, mi hermana, abogada ella, había rendido el mismo examen, correspondiente a su carrera claro, con muy buena nota y ya la estaban convocando para la siguiente etapa.
Faltando apenas unos días para mi gran momento (que no iba a ser tal, después de todo), recibo otro mail, informándome que la fecha se había corrido una semana. Bien. Tengo 10 días para estudiar una vez que me reciba.
Al día siguiente de mi recibida, me pongo a intentar poder leer esas páginas llenas de artículos y leyes que para mí eran chino básico.
A ver, puedo entender perfectamente cómo es una instalación eléctrica, de agua o gas. Puedo calcular la acción del viento en un edificio en altura o proyectar cualquier tipo de edificio. Pero mi mente no está hecha para retener artículos o leyes.
Con un esfuerzo sobrehumano, me pasé los días estudiando o intentando por lo menos.
Llegado el día, me presento con mi ropa perfecta, mis zapatos de charol y mi maquillaje impecable a rendir.
Apenas nos sentamos, nos explican las características del puesto (yo ya las sabía, por mi hermana) y nos entregan un número que nos identificará durante todo el proceso de selección, de manera tal que no tendremos que poner nuestros nombres y apellidos en ninguna parte, solamente el maldito número. 4500. Siempre tuve simpatía por el 4. Tal vez sea una señal.
Esto era para evitar que quien corrija los exámenes sepa de quien es y así otorgar transparencia a la cuestión. No seamos ingenuos, si tengo un contacto dentro de la institución, no hago más que pasarle el número que me tocó y asunto solucionado. No era mi caso. Yo iba como cualquier hija de vecina. Una don nadie absoluta.
Recibo la hoja. Eran 20 preguntas. Habría 5 que las sabía. 5 más podía sacarlas por sentido común o deducción y el resto era adivinar o hacer el famoso Ta Te Ti.
Completé el examen hasta el final. Cada una de las preguntas, lo leí una vez antes de entregar y me fui.
Cuando salgo estaba un grupito con un dialogo de este tipo:
- qué pusiste en la pregunta 2?
- Yo puse esto y aquello
- No, yo creo que lo correcto era esto y lo otro
Ni loca me acerqué. Para qué hablar sobre algo que ya no puedo cambiar? Que ya no tiene remedio? No le encuentro el sentido.
Salí huyendo con la sensación de que me había ido para el diablo.
Pero que ya no había vuelta atrás

viernes, 25 de septiembre de 2009

con el ánimo por el piso



Desde chica me enseñaron que para triunfar en la vida había que, principalmente, ESTUDIAR.

Que el “saber” nos preparaba para un futuro mejor. Mejor que el de nuestros padres. Mejor que el de aquellos que no pudieron o quisieron estudiar.

Así fue como me educaron. Y en verdad lo creía (y tal vez lo creo aún).
Entonces a los 4 años me llevaron al Jardín de Infantes y allí fui feliz durante 2 años. No recuerdo si lo recuerdo porque lo recuerdo o lo recuerdo porque me lo contaron tantas veces que lo recuerdo, pero lloré cuando terminé.

Llegó la escuela Primaria, si, si, en mis épocas no existía el aberrante modelo educativo EGB 1, 2 y 3. Con algo de apoyo en matemáticas y un poco de esfuerzo, también la terminé. Ya llevaba 9 años de mi vida estudiando.

Pero en mi casa, la Secundaria (no existía tampoco el Polimodal) era obligación, así que hacia allí fui. Pasé por 2 colegios, diversos problemas de conducta, algunas materias previas, amenazas varias de mi madre y profesores que me ayudaron. Y tras 5 años, me egresé.
Fue un momento de crisis en mi vida, miedo a crecer, miedo al futuro.

Psicóloga mediante opté por la carrera de Profesorado en Edcación Inicial, para el resto de los martales "no docentes", Maestra Jardinera y a los 15 días quería salir corriendo, espantada. Pese a mis ruegos para dejar de ir al Instituto, me obligaron a finalizar el año,a falta de una alternativa mejor.

Tanta angustia me causaba que creo me pesqué una hepatitis solamente para faltar 40 días.
Varios meses después caminaba, plan de estudio en mano, hacia la Facultad de Arquitectura, con mas miedo que convicción, con más inseguridad que decisión.

Tras casi 8 años de carrera y en circunstancias que más adelante contaré. Finalmente me recibí. Y entonces…
Comenzó mi pesadilla. Yo que creía que todo sería más sencillo, porque ahora tenía un título, porque por fin podría trabajar de lo que tanto me gustaba y ya no tendría que repartir volantes o trabajar en un estudio jurídico. Yo que creía que así tendría un mejor futuro, el que mis padres no pudieron tener, pero sí se esforzaron para darme.

Yo que pensaba que podría independizarme al fin, no vivir más con mi mamá.

Yo que pasé 23 de mis 28 años estudiando me encuentro hoy al borde de la desesperación, al borde del colapso, a punto de claudicar.

Me recibí en Agosto de 2008 y lo que intentaré hacer a través de este medio, es contarles un poco mi vida, un poco la vida de todos, pero principalmente la lucha diaria que estoy dando para sobrevivir, por no tener un trabajo, por no tener futuro, por no poder irme de mi casa cuando estoy cerca de los 30 ya, por estar sola. Iré contando las cosas insólitas que me han tocado en suerte. Espero me acompañen en esta casi catarsis y espero sus comentarios con alegría.